¿Es mi alma la que construye mis sentires,
o mis sentires son los que me construyen el alma?
Pregunta que en la mente se desvive,
sembrando en cada pulso, un yo doble.
¿Quién soy en este vaivén constante,
si cada instante muta la razón?
Y lo que soy, ¿es puro o es variante,
reflejo incierto de la contradicción?
Desde el ingente torbellino que me asalta,
la luz que hiere, la caricia tibia;
cada vivencia la existencia exalta,
cada sombra, una verdad que vibra.
El mundo exterior, un río que me ocupa,
con gozos que celebran, con hiel que quema;
y mi ser, en su profunda oquedad,
invita a que cada latido, se haga poema.
Mi narrativa no espera, danza y se derrama
con el reflejo de una chispa genuina que se gesta;
todo trazo, mi persona descifra y clama,
en el lienzo, del verso revelada.
Escribiendo desde el corazón abierto,
mi silencio no calla, se transforma;
en su tiempo perfecto, ya desierto
de voces, en palabra toma forma.
¡Qué vasto el arte! Se respira y late,
se siente y vive en la esencia expuesta;
aunque la absorción plena nos combata,
su inmensidad a mi alma libera.
Mientras en tu mundo llueve y relampaguea,
mi mundo, en calmo andar,
en medio de tormentas se teje y se moldea,
y en la escritura, me encuentro y logro habitar.
Así, entre el sentir y el ser fundido,
la vida y su dualidad son de mi autenticidad la piel;
lo que mi pluma escribe, al fin y al cabo,
¿es mi realidad, mi yo fiel?
©Rebeca Alpízar.
Todos los derechos reservados.
Comentarios
Publicar un comentario